La cultura y la ciencia:
Estimados amigos, permítanme iniciar mi exposición haciendo referencia a lo expresado por el matemático, filósofo y científico Betrand Russell. Con ocasión de recibir el Premio Kalinga – 1957, premio otorgado por la UNESCO a aquellos divulgadores de la ciencia, en aquella ocasión, como parte de su discurso titulado “Divorcio entre la Cultura y la Ciencia” dijo lo siguiente: “… Si Homero y Esquilo no hubiesen existido, si Dante y Shakespeare no hubiesen escrito una sola línea, si Bach y Beethoven no hubiesen compuesto una sola nota, la vida diaria de la mayoría de la gente, en nuestros días, habría cambiado muy poco. Pero si Pitágoras, Galileo y James Watt no hubiesen existido, la vida diaria, no sólo de los europeos y americanos sino, también de los indúes, de los rusos y de los campesinos de la China, sería profundamente diferente de lo que es. Y estos profundos cambios recién están comenzando, ellos afectarán al futuro mucho más de lo que ya han afectado en el presente. …”
Lo que nos dice el filósofo es que las expresiones culturales basadas en el arte, la literatura o la historia representan el estadío de los pueblos, retratan su idiosincrasia pero no lo cambian, o por lo menos, no lo cambian tan radicalmente como lo hacen la ciencia y la tecnología.
Sin Pitágoras y sus discípulos no tendríamos la geometría pitagórica, que tanto ha contribuido al desarrollo del ser humano; sin James Watt no tendríamos las maquinas a vapor, sin Edison no tendríamos la luz eléctrica, el cine y otros muchos artefactos tecnológicos que nos legó, sin Nicola Tesla no tendríamos la corriente alterna, ni los motores eléctricos que tanto han aliviado al músculo de los obreros.
Bien haríamos en conocer la obra científica, que tanto disfrutamos, sin saber sus orígenes y, principalmente, sin poder seguir su ejemplo.
En otra parte de su discurso continúa diciendo: “… En mi propio país (Inglaterra), y no en menor grado en otros países occidentales, “cultura” es vista principalmente, por un infortunado empobrecimiento de la tradición Renacentista, como algo relacionado primeramente con la literatura, la historia y el arte. Un hombre no es considerado mal instruido si no conoce nada de las contribuciones de Galileo, Descartes y sus sucesores. Estoy convencido que la educación de calidad debe incluir cursos sobre la historia de las ciencias a partir del siglo XVII hasta el presente, una exploración de la moderna ciencia puede ser llevada a cabo sin tecnicismos. Mientras tales conocimientos se mantengan confinados a los especialistas, es actualmente muy poco posible para las naciones puedan conducir sus asuntos con sabiduría…”
Como podemos ver, no solo nosotros interpretamos la cultura como representaciones artísticas, en otras latitudes se observa el mismo problema, pero la experiencia nos señala que en la nuestra está exageradamente acentuada. La demostración de esto es que en Latinoamérica tenemos varios premios Nobel de literatura (Gabriela Mistral, García Márquez, Vargas Llosa) y los pocos (todos argentinos) que hay en ciencias, sus trabajos han sido realizados en otros países.
Permítaseme una cita más como sustento de lo que pretendo decir en esta ocasión. James Bryant Conant, Rector de la universidad de Harvard por 20 años, autor del prólogo de la obra “Revolución Copernicana” de Thomas Kuhn, autor también de la obra “Las revoluciones científicas”; James Bryant Conant escribe: “En la parte situada más acá del telón de acero sigue prevaleciendo una educación de tipo literario. Una persona culta es aquella que domina varios idiomas y posee buenos conocimientos sobre arte y literatura europeos…”
Obviamente, las citas que hemos mencionado reclaman que el concepto de cultura se extienda más allá de los límites artísticos y literarios, en ningún momento se plantea su eliminación, se está planteando la incorporación al bagaje cultural del pueblo los temas científicos y tecnológicos y, básicamente, cursos de la historia de la ciencia. Resumiendo, cultura es todo el cúmulo de conocimientos: filosofía, arte, ciencia, tecnología etc. que coadyuvan al desarrollo y mejora de los estándares de vida de los pueblos.
Nuestro reclamo para incorporar los temas científicos a la cultura de un pueblo no es por razones de vanidad, como podría ser una educación basada únicamente en el modelo humanista, sino por real necesidad colectiva, para dar el salto dialectico, es decir: la negación de la pobreza estructural de nuestra sociedad y encaminarnos a formar parte de la globalización científico-tecnológica y disfrutar de los beneficios que otorgan.
Las revoluciones científicas:
Inspirado en nuestro cielo serrano, donde cada noche tenemos una colosal vista de las galaxias y sus estrellas, lo que me recuerda la afirmación que “todo pueblo que haya levantado la vista hacia las estrellas, ha alcanzado los más altos grados de cultura y civilización”; ejemplo: Los Incas, los Mayas, los babilonios, los egipcios, los griegos; modernamente los americanos, los rusos y los chinos agrandan las brechas con respecto a las otras naciones porque tienen los ojos puestos en las estrellas.
Permítanme también recordarles un hermoso ejemplo, el más grandioso ejemplo de revolución científica que la humanidad haya experimentado durante toda su existencia, me refiero a la Revolución Copernicana. Durante más de mil años, la astronomía estuvo dominada por el pensamiento Aristotélico, pensamiento al cual las todas las iglesias cristianas se adhirieron con fervor; y por el modelo Tolemaico creado por el gran astrónomo de Alejandría: Tolomeo, egipcio de origen griego.
La Biblia – Libro de Josué – Capítulo 10 versículos 12, 13 y 14) 12: Entonces habló Josué al Señor el día que entregó el Señor al amorreo maniatado de los hijos de Israel; cuando los quebrantó en Gabaón, y fueron quebrantados de la faz de los hijos de Israel. Y dijo Josué: «Deténgase el sol sobre Gabaón, y la luna sobre la hondonada de Ayalón.» 13 Y detúvose el sol y la luna en detenimiento, hasta que Dios apartó de sí a sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro «del justo»? «Y detúvose el sol por la mitad del cielo; y no se adelantó hacia el ocaso, al fin(a) de un día». 14 Y no hubo día tal, ni antes, ni después, que escuchase Dios voz de hombre; porque el Señor combatía con Israel. 15 Y volvióse Josué con todo Israel al campamento de Galgal. |
Es que Copérnico corrigió a Josué para decir “Deténgase la tierra …”
Nicolás Copérnico, tuvo el valor, el coraje y la ¡ciencia! para decirle ¡NO! a Aristóteles, a Tolomeo, a sus contemporáneos seguidores de la tradición tolemaica, y valentía sobrehumana para decirle ¡NO! a Josué, el adalid hebreo, sucesor de Moisés, el más grande profeta hebreo y decirlo ¡NO! a todas las jerarquías religiosas que se habían adscrito al pensamiento Aristotélico.
Así es, Copérnico trastocó la creencia tradicional, trastocó lo que el sentido común aconsejaba, pues es más obvio pensar que es el sol el que se mueve alrededor de la tierra, además porque así lo vemos. Usó la ciencia y las matemáticas para mover la tierra del centro del universo y ponerlo a rotar alrededor del sol.
Esta es la gran revolución copernicana, que llevó a la hoguera a Giordano Bruno e hizo peligrar la vida de Galileo; pero sirvió, no sólo como ejemplo, sino como base teórica para el descubrimiento de las tres leyes de Kepler, de la ley de gravitación universal de Newton entre otros descubrimientos científicos. Pero, además trastocó la forma de estudiar la filosofía, la historia, las matemáticas, la teología, y; principalmente cambio la forma de pensar de la humanidad entera.
Es mucho lo que tendríamos que decir sobre los beneficios de incorporar la ciencia y la tecnología a nuestros conceptos de cultura, pero, como repito, no desde una perspectiva del modelo educativo Humanista, sino como una visión de de desarrollo individual y colectivo.
Ahora, si me permiten, quisiera hacer un parangón entre las revoluciones científicas y las revoluciones sociales. Thomas Kuhn, historiador de la ciencia, autor de las obras “Las Revoluciones Científicas” y “La Revolución Copernicana” establece el concepto de paradigma, esto significa que el ser humano gusta de cobijarse bajo ciertos paraguas que ha de protegerle de las tormentas que aparezcan en su camino, psicológicamente, el hombre desea y necesita seguridad para andar en este mundo. Este paraguas o “paradigma” proporciona las normas de vida, establece las creencias generales, sus preceptos sirven para solucionar los problemas diarios hasta que alguien dice: “momento, estos preceptos no solucionan este problema ni este otro”. Surge la revolución. (Científica o social).
La cosmología aristotélica y ptolemaica solucionaban una serie de problemas, como el cambio de estaciones, las fechas de los solsticios y equinoccios, la predicción de los eclipses solares o lunares, etc. Sin embargo, no explicaba el movimiento de ciertos cuerpos celestes, es decir: los planetas (vagabundos) avanzaban hacia el oeste y de pronto daban media vuelta y comenzaban a viajar hacia el este en un movimiento de retrogradación, a diferencia de las miles de estrellas en el firmamento que mantienen un movimiento regular de este a oeste. Este problema fue resuelto por Copérnico, poniendo al sol como centro y haciendo girar a su alrededor a los planetas, entre ellos la tierra.
Todo el pensamiento humano fue trastocado, la ciencia, la filosofía, la historia, la teología, las artes, la religión tuvieron que contemplarse de otra manera. Los sitios del cielo y del infierno ya no estaban allí, donde siempre se supuso estaban. Pero esta revolución no fue instantánea, pasaron más de 100 años para ser cabalmente comprendida y se asentara el nuevo paradigma, hasta que viniera Isaac Newton a proponer nuevos cambios y luego Albert Einstein y una pléyade de científicos modifican, en periodos más cortos, los paradigmas previos. Es, sin embargo, en los periodos inter paradigmáticos cuando ocurre la construcción de una nueva ciencia, de los nuevos inventos y creaciones basados en el nuevo paradigma.
Las revoluciones sociales:
En la historia peruana, en la dinámica social, han sucedido hechos similares a las revoluciones científicas. La conquista española estableció nuevas reglas, nuevas leyes, nuevos paradigmas, acatadas inercialmente, por más de 300 años, hasta que alguien dijo: “debemos cortar nuestra dependencia con la corona española”, estableciéndose la República. Continuando con el proceso de asimilar nuevas leyes, nuevos paradigmas, hasta que ocurrió la guerra del Pacífico. La derrota sufrida por el Perú en esta guerra, aparecieron los problemas no resueltos, lo cual generó el surgimiento de una voz muy fuerte, de don Manuel Gonzales Prada en el teatro Politeama diciendo: “los viejos (gobernantes) a la tumba y los jóvenes a la obra”.
Surgen José Carlos Mariátegui, el Grupo Norte y Víctor Raúl Haya de la Torre diciendo: “… hay un problema de integración nacional, hay un problema de cómo enfrentar el imperialismo, hay un problema de feudalismo anacrónico en el Perú…”. Se establecen, pues, nuevos paradigmas en el Perú republicano del siglo XX. Se ha iniciado el proceso de integración nacional, se ha iniciado el proceso de erradicación del pensamiento feudal en el Perú y se ha propuesto nuevas formas de enfrentar al imperialismo, en suma: ocurrió una revolución social, la revolución aprista, que hoy permite el proceso de desarrollo nacional, post revolucionario de la primera mitad del siglo XX. Mi convicción es que: hoy, estamos viviendo una etapa post revolucionaria, la etapa del crecimiento social, los cambios que están ocurriendo son consecuencias de la revolución que inauguró Víctor Raúl, pero: técnicamente, ya no son revoluciones, sino sólo consecuencias de la primera. Hasta que surjan nuevos problemas sociales, cuyas soluciones estén más allá de los preceptos del paradigma en boga.
La tesis de Víctor Raúl; espacio-tiempo-histórico se muestra, diáfanamente, en estos postulados. La pervivencia del aprismo está íntimamente ligada a la comprensión dialéctica de los problemas sociales, en la comprensión de la dinámica social que ocurre en un tiempo y en un espacio, teniendo como referente histórico al ser humano.
“Hay tiempo de siembra y tiempo de cosecha”
Muchas gracias por su atención.
Ing. Mag. Dr© Grocio Herrada Vigo.